20.11.05

30 años


Hoy hace treinta años que murió Francisco Franco, el último dictador que ha sufrido España hasta la fecha. Franco gobernó España durante 36 largos años sustentados en la corrupción, la fuerza bruta y ñoños ideales nacional-cristianos que poco tenían que ver con las enseñanzas de la Biblia o la lealtad a España.
Cuando el dictador murió, su régimen basado en la adoración imbécil a ese antiguo comandante de la Legión, se desmoronó. Su sucesor Juan Carlos de Borbón, ayudado por gente a la que Fedeguico califica de "analfabetos", dió los pasos necesarios para realizar una transición a la democracia poniéndose de acuerdo con la oposición a la dictadura y los restos de la República en el exilio. Se adoptó un pacto de silencio y la Constitución de 1978 estableció una claúsula de "punto final" (artículo 25.1) por la cual los matarifes, estraperlistas y mercachifles que se forraron durante esos años no podían ser juzgados de acuerdo a la nueva legislación. Se realizó un colosal esfuerzo colectivo que modernizó España, la integró en Europa y sentó las bases para desarrollar un régimen democrático que respetara los derechos de las personas y reconociera y protegiese sus libertades.
Hoy en día, treinta años después de ese esfuerzo, acudo perplejo a un revisionimo del régimen, que minimiza su crueldad y lo cree mejor que la democracia de hoy en día. Bandas de skinheads analfabetos salen a las calles a exigir la vuelta de unas instituciones que les habrían saltado los dientes a hostias por fumarse los porros que se fuman. Viejas condesas y engominados notarios reivindican la vuelta de aquellos tiempos en los que los ricos mandaban de verdad, podías mandar a la carcel a un plumilla por reirse de Pitita Ridruejo y ningún miembro de la alta sociedad tenía que pagar impuestos. Con Franco, dicen, se vivía mejor. Mira tú lo libres que somos ahora.
Con Franco tenías que pluriemplearte en empleos en los que era imprescindible lamer las botas al jefe, conseguías sobrevivir según los enchufes que te hubieran tocado en suerte, abandonabas España para trabajar en Alemania, Suiza, Holanda, Bélgica o Francia y estabas sometido a los agrios abusos del funcionario de turno. Sí, podías llegar a tener un trabajo para toda la vida, comprarte un 600 e irte a ver películas de Marisol. Pero no podías, por ejemplo, besar a tu novia en un parque; si eras homosexual te mandaban a la cárcel, no podías reunirte en la calle con grupos grandes de amigos, so pena de que te detuvieran por reunión ilegal, no tenías derechos laborales, no podías comentar publicamente tu disgusto por alguna medida del régimen. Censuraban películas, periódicos, tebeos, emisoras de radio y televisión (sólo dos canales) y libros. Estabas sometido al control social de tus vecinos, a los caprichos de tu jefe y si eras mujer peor todavía: no podías abrir cuentas bancarias, no podías trabajar sin permiso de tu padre o de tu marido, si te pegaban era por tu culpa, esas cosas.
Este dictador murió en la cama. Aunque mucha gente afirma hoy haber luchado contra la dictdura, está claro que no fueron nunca los suficientes como para derribarla. Los españoles, sumisos, cansados tras la guerra civil y pobres, decidieron "no meterse en líos", tragar, y renunciar a la política, dejándola toda en manos de opusinos, carlistas, curas y falangistas.
Hoy, con la que está cayendo, parece que se nos quiere convencer de nuevo para que seamos unos niños buenos y unas niñas que no salen solas de casa. Que para gobernar ya está la gente que ha nacido para ello y para opinar ya hay gente que sabe más que uno. Además ¿con qué derecho? Pues señores y señoras nostálgicos del Franquismo: con el derecho que la Constitución protege para que haga y opine lo que me salga de los santísimo cojones.
Nací un año y un día después de la muerte del generalete garbancero que no encontró sitio en El Pardo para poner una biblioteca. He vivido toda mi vida en libertad y me han educado en libertad. Eso ustedes ya no pueden solucionarlo.

16.11.05

Se acerca el 20-N...

Y yo siempre me acuerdo de un chiste que aparecía en uno de mis tebeos de "Mortadelo y Filemón":
¡Estoy más deprimido que un sello de Franco!
Fijaos en el sello:


Sí que se le ve "depre", sí. Ahí donde le véis, este tipo bajito, con voz aflautada, inexpresivo, al que le gustaba hacerse el mártir y mandar matar a la gente sin pestañear, gobernó España durante 40 años y, aunque casi todos mis mayores afirman haber "luchado contra el régimen", murió en la cama.
Pero ya enviaré una entrada "seria" el mismo día 20. Hoy sólo recordaré otra escena de Ibáñez: Dos "grises" gigantescos sostienen a un acojonado dibujante mientras el comisario le dice: Así que es usted el dibujante de "El General Franquete, un garbanzo con bonete", ¿eh?".

10.11.05

¿Puede funcionar el mundo sin dinero?

Hoy por hoy está claro que no y tampoco digo que vaya a ser posible en un futuro porque no lo sé. Es una de mis idioteces utópicas y tampoco sé tanto de economía pero, como es mi blog, pues voy a pensar en voz alta. Hala.
Hasta donde yo sé, la función principal del dinero es asignar valor a las cosas. Que cosa más obvia ¿verdad? Bueno, tampoco lo es tanto. Con el trueque, por ejemplo, el valor de las cosas solía ir dado por la utilidad de lo que se intercambiaba, claro que el trueque se suele dar en economías de subsistencia y no es que dé para vivir bien. El dinero da un valor de cambio más o menos universal y, en teoría, el valor de las cosas en dinero facilita la adquisición de las cosas abundantes y hace más difícil despilfarrar recursos escasos. La generalización del uso del dinero (no olvidemos que en algunas partes de España se hacía trueque hasta hace menos de 60 años) ha hecho que la gente fuera cambiando el valor de utilidad como valor principal al valor de las cosas en dinero. Por poner un ejemplo: te pueden resultar igual de útiles un Mercedes y un Citroën de segunda mano. Pero la gente suele preferir el Mercedes.
El tema es... ¿cómo podría ser un mundo "ideal" sin dinero y que no puteara a la gente, como los sistemas soviéticos? Bueno, la verdad es que tendrían que cambiar muchas cosas. La primera es hacer que la mayoría de las cosas que necesitamos pudieran existir en cantidad suficiente, de tal manera que no pudieran faltarle a nadie. Eso ya es chungo, la verdad.
La gente tampoco va a trabajar por nada, así que otro paso sería sustituir el valor del lujo o del dinero por el valor de utilidad social. Una sociedad no funciona sin que todos trabajemos. Eso también es complicado. ¿Cómo incentivas a alguien a realizar una tarea si tiene sus necesidades básicas cubiertas? Pues haciendo que la gente se sienta satisfecha y dé prestigio al servicio a los demás, sea el trabajo que sea, que valorando la vida de lujos que pudiera llevar. Y lo de renunciar a la avaricia humana sí que parece lejano... Aunque no olvidemos que ya hay gente que tiene sus necesidades cubiertas y trabaja mucho por nada: los voluntarios.
Y luego queda el tema de cómo asignamos los recursos si la gente no cobra y las cosas no cuestan. ¿Cómo podemos decidir si alguien tiene que tener algo y otros no? ¿por el valor de la utilidad? ¿por la utilidad social? ¿por los méritos? Ese es el mayor problema. No veo manera de crear un criterio de distribución objetivo que no putee a la gente. Y es que, aparte de no tener ni idea de economía, me da por pensar unas cosas...

7.11.05

No te hagas el macho delante del ordenador


Hola de nuevo. He tardado mucho en volveros a escribir por dos motivos:

1) Soy un perro sarraceno.
2) ¡He cambiado de ordenador!

Los ordenadores personales, como ya sabréis, son un poco delicados. Has de irle acostumbrando a tu presencia, no instalarle cosas a la fuerza y desinstalarselas con mimo y delicadeza. No hay que hacerse el macho ante problemas técnicos que superen nuestra comprensión, amigos, o el ordenador te castiga. Yo fui tan listo que quise cargarme una partición molesta con el Partition Magic y el ordenador me castigó; por ignorante y por hacerme el machote sin la supervisión de un adulto. Afortunadamente para vosotros y vosotras, nunca me hago el machote con ordenadores ajenos.
Pero, ahora que lo pienso, no son sólo en estos aspectos técnicos donde uno hace el mandril, como dicen mis amigos. Tambien lo hace
mos con el uso y el abuso de sus funciones. Internet está llena de energúmenos que se amparan en el anonimato de un nick y, escondidos detrás de su monitor, se dedican a propagar el odio, timar a la gente, enviar spam o enviar virus y malware para joder al vecino, sin ningún otro propósito específico. Y dentro y fuera de internet tenemos a uno de mis colectivos favoritos: los periodistas españoles.
No es que la prensa me moleste espcialmente, al contrario: la devoro, estoy todo el día enganchado a la radio, con un periódico en la mano o tecleando uerreles de prensa en cualquier ordenador al que me dejen acceder. Pero (y es que siempre hay un pero y nunca un ¿por qué no?) la prensa española me saca de quicio. No los currantes, no. Me revientan los directores de periódico, los líderes de opinión, los columnistas, los tertulianos y los que venden publicar o no mierda autoproclamándose periodistas de investigación.
Como muchas otras áreas públicas y privadas de nuestro país, la prensa tiene una lamentable carencia de civismo y de autocrítica sincera. Yo siempre pongo un ejemplo, el de este señor de aquí abajo llamado Jayson Blair.
Jayson Blair era periodista del
New York Times, es más, llegó a ser periodista estrella del periódico.
Conseguía entrevistas fantásticas, informaciones exclusivas en casos como el del "francotirador de Washington" y, como en Star Trek, llegaba "donde nadie ha podido llegar". Hasta que un día se descubrió que el tío fiera escribía los reportajes sin salir de su apartamento de Brooklyn. Haciéndose el macho delante del ordenador.
La credibilidad del New York Times quedó seriamente tocada, se despidió inmediatamente al listo de Blair, se convocó un comité que investigara cómo podía haber sucedido algo así y rodaron cabezas de directivos; no por ser culpables sino por ser responsables.
En España esto simplemente no sucede. Los periodistas, pese a acuchillarse fraternalmente unos a otros en su endogámico mundo, cubren de corporativismo cualquier suceso de este estilo. Hoy en día nadie se acuerda ya de los titulares de El Mundo diciendo que lo del 11M lo hizo ETA, de cuando Luis del Olmo llamó en directo al Ministerio del Interior para decir que uno de sus tertulianos había sido secuestrado por ETA y resultaba que el buen señor se había ido de putas, de Lydia Lozano, de los bochornosos reportajes de investigación de las focas mañaneras en televisión o de muchos otros sucesos de ese estilo que os estarán viniendo a la cabeza. Nunca pasa nada, nunca les hacen nada. Nadie se hace responsable.
Aquí todo el mundo se hace el macho delante del ordenador.

¡Ponte bueno!


Juan Carlos Rodríguez Ibarra, al que algunos com muy mala leche (incluído yo) llaman El Bellotari, está enfermo. Le ha dado un infarto esta mañana. Parece que no es grave y se va recuperando poco a poco.
Ojalá esté bien pronto. No suelo estar casi nunca de acuerdo con él, pero es un hombre al que adimiro por decir lo que cree como cree, por defender a los suyos, por defender a los más desfavorecidos, por intentar ser un socialista disciplinado y por intentar hacer todo ello a la vez.
Hay quien le considera un elemento molesto en política pero está claro que es un tipo necesario. Cuando en política sólo haya gente que no quiera decir de verdad lo que piensa, se acabó la política y se acabó la libertad. ¡Un abrazo!