
Lo de Alcorcón me preocupa, pero me preocupa más el barullo que la gente está organizando alrededor de ello.
Para aquellas personas que no saben de qué hablo, se lo resumo en pocas palabras: ha habido tangana entre unos 50 adolescentes, al parecer entre chavales latinos y españoles. La tangana se saldó con tres chicos en el hospital, uno de ellos en estado grave (le han tenido que extirpar el bazo). Al día siguiente, un grupo de entusiastas defensores de nosequé se reunió en el Parque de la Paz (¡Parque de la Paz!) y varios de ellos montaron más tangana contra todo inmigrante al que veían y, ya de paso, contra la policía. Hoy, varios adolescentes del Instituto Galileo, de Alcorcón, han querido paralizar las clases y organizar otra jornada de "protesta" contra las supuestas bandas latinas que pudieran estar presentes en Alcorcón.
Al calor de las circunstancias, los grupillos racistas y xenófobos quieren sacar tajada de todo ello y se empieza a escuchar la siniestra letanía de "yo no soy racista, pero...".
Ya ha habido tanganas en Alcorcón con anterioridad, todos recordamos diversos incidentes cerca de Polvoranca. El polígono, como muchos otros en muchas otras partes de España, suele atraer a gente que organiza bullas con facilidad y ya hubo un muerto a mano de porteros de discoteca mafiosos y peleas multitudinarias en el Metro. No creo que estemos ante un conflicto racista. Creo que estamos ante el choque de grupos de adolescentes que han decidido tomarse la justicia por su mano, seducidos por la ilusión de poder que da la violencia y entusiasmados por la visión fácil de la vida que da dividir al mundo entre "los nuestros" y "los otros".
La época entre los 15 y los 25 años suele ser una época iracunda, donde uno se ve sujeto por cosas que no le gustan y se siente incapaz de hacer nada. Lo que hace que uno se centre en las cosas que sí puede hacer y que, en la mayor parte de los casos, son idioteces.
Si los adolescentes están (mal) educados en el culto a la violencia, si las circunstancias te tienen sujeto a un barrio y no ves mundo más allá, si sólo se ve "triunfar" a aquellos que siguen un camino fácil y si se mitifica al más bestia del barrio, del instituto o del pueblo, es normal que las cosas terminen estallando.
La inestabilidad que estas cosas provoca hace que más gente se vea seducida a sacar sus bajos instintos y quiera tomarla con el primero que pille. No me extraña que haya grupos de gente quieran mantener "caliente" la atmósfera del municipio madrileño.
Las cuentas se tienen que ajustar mediante la ley. Esto ha estallado porque ha habido gente que ha preferido pegarse en lugar de llamar a la policía. Si realmente esto es un caso de respuesta a delincuencia común, la respuesta han de darla aquellos que realmente saben cómo tratar con ella, no formando bandas de matones. Eso atrae a todos los grupos de indeseables que están ansiosos de visitar Alcorcón con su bate de beísbol.
No me gustan los tópicos acerca del sur de Madrid como sitios llenos de gente ignorante y violenta. En Alcorcón vive gente a la que quiero, he estado allí muchas veces y me recuerda a mi casa mucho más que cualquier otro sitio de Madrid. Espero que los vecinos de allí, que dan muchos más ejemplos de civismo que algunos engreídos pijos de las urbanizaciones del Noroeste, sepan reconducir la situación y que lo que no deja de ser matonismo cutre no pase de ahí. Los delincuentes, al trullo y las armas y las porras, para los polis. Que esto no es el Salvaje Oeste.