31.1.06

Grog y más grog


El otro día bebí grog, sí, grog. ¿Qué no sabéis lo que es? Pues mirad aquí. El grog era la bebida favorita de los piratas de los juegos de Monkey Island. El otro día, saliendo Belén, Rosa, Moeh y yo, llegamos a un local donde sevían semejante brebaje. Rosa y yo pasamos un rato genial, sintiéndonos Guybrush Threepwood, el bobalicón protagonista del juego y diciendo "¡aaaaarr!", como los buenos piratas.
Para todos aquellos que no hayais jugado al Monkey Island, os lo explico brevemente: Es una aventura gráfica, donde el personaje protagonista va recogiendo objetos y resolviendo puzzles surrealistas para llegar al final de la aventura. Uno tiene que avanzar a base de cerebro, paciencia y sentido del humor. La ambientación es genial y los diálogos, hilarantes. Una de las cosas más graciosas es que los combates a espada se resuelven mediante frases ingeniosas. Si uno de los atacantes te embestía diciendo "¡tuve un perro más listo que tú!", la manera correcta de desarmarle era decirle "¡seguro que te ha enseñado todo lo que sabes!". Al final, uno se hace con el particular método de esgrima y todos los piratas atacan diciendo rutinariamente lo mismo.
Y ahora imaginad al pirata Largo LaGrande-Ibarretxe, defensor de la Patria (vasca) en peligro, atacando espada en mano diciendo "¡el pueblo tiene que hablar!¡Convocaré una consulta popular!". El pirata Meathook-Aznar, eligiendo la opcion equivocada, le dice "¡pues te meteré en la cárcel por referéndum ilegal!", con lo que el pirata Ibarretxe gana terreno. Al pirata Ibarretxe se le desarmó diciendo "¡En el Congreso nos veremos!".
Luego, el pirata LeChuck-Rajoy, defensor de la Patria (española) en peligro, ataca al grito de "¡el pueblo tiene que hablar!¡Recogeré firmas para convocar una consulta popular!". Aunque nos vuelve a salir la opción de decirle "¡Es ilegal, melón!", la opción correcta sigue siendo "¡En el Congreso nos veremos!".
El caso es que en el juego aparecían piratas zombis y caníbales vegetarianos y con estos dos no mola tanto jugar. Voy a reinstalarme el juego y a atizarme otro pelotazo de grog. ¡Aaaar!.

27.1.06

¿Manías yoooooo?


Dice el tío Prieto que tengo que decir aquí cinco manías mías. Con lo friki que soy, no sé si podré hacer un "top five", pero me esforzaré y, de paso, preguntaré a mi novia, que es la que las sufre de verdad:

1) Aunque soy fumador, no soporto que nadie encienda un cigarrillo cerca de mí antes de desayunar.

2) Si tengo papel y lápiz, tengo que dibujar. Si estoy en una conferencia, dibujo a los ponentes (Edu Madina ha sido una de mis "víctimas"), si estoy en clase, dibujo al profe, superhéroes y, por alguna razón, a guardias civiles persiguiendo a marcianos. Absurdo, pero no por ello menos cierto. Dibujo en cualquier parte y cualquier cosa, si tengo oportunidad.

3) Me ducho con el agua muy caliente, aunque sea verano. Si no, no me siento limpio.

4) Me duermo oyendo la radio y la enciendo nada más levantarme.

5) Jamás me echo espuma ni gomina en el pelo, me da la impresión de tener el pelo sucio.

Y eso es todo. Los que se consideren afectados y afectadas por otras manías no recogidas aquí, ahí tienen los comentarios para ponerme a caldo. Ahora os dejo, que tengo que ir a dibujar a Spider-Man zurrando al Rino.

26.1.06

Una de jueces


Sé que hay tal vez haya temas más de actualidad, pero es que algunas cosas me ponen de los nervios. No hay semana en la que no nos encontremos en las noticias con hechos surrealistas protagonizados por gente que, legalmente es casi todopoderosa: los jueces.
Todo el mundo podría citar alguna sentencia que le haya llamado la atención, como cuando uno de ellos multó a un albañil por caerse de un andamio sin medidas de seguridad, la famosa sentencia que incluía como atenuante de una violación el hecho de que la víctima llevara pantalones vaqueros, o aquella otra en la que treinta y tantas puñaladas no significaban que hubiera habido ensañamiento.
Uno de mis profesores de derecho, muy crítico con los jueces, solía decir que jamás había que fiarse de éstos, que eran los mismos que mandaban a la gente a las hogueras de la Inquisición o que ordenaban cortar cabezas y quebrar miembros con alegre abandono. Yo creo que los tiempos han cambiado, pero es verdad que me da mucha grima que mi intimidad y mi libertad dependan de personas que tardan dos años en leerse diez folios.
En España tenemos unos jueces que apenas tardan dos días en paralizar la devolución de los papeles de Salamanca pero que, sin embargo, se retrasan tanto con el caso del 11-M que los terroristas están a punto de salir a la calle. Jueces que almuerzan con narcotraficantes, jueces que interponen cuestiones de inconstitucionalidad para no casar a parejas del mismo sexo, jueces que multan a peatones atropellados o jueces que sientan a vícitmas de pederastas enfrente de sus agresores.
Obviamente, no debo generalizar. También hay jueces que realmente se esfuerzan en aplicar la ley mediante el sentido común y no a base de mazazos del Aranzadi para quitarse de en medio un caso, o servir mejor a sus particulares concepciones del mundo. Pero a casi todo el mundo se le encoge el estómago al acudir a un juzgado. La gente no se fía del sistema judicial y tiene sus motivos.
Hay un delito que su juzga muy poco; se llama prevaricación. Según la Real Academia, la prevaricación es un delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario. Como no soy juez, ni jurista, no me corresponde a mí decidir si una resolución es injusta o no, pero sí que deseo que llegue el día en que más de un juez se preocupe por ello. En democracia, la ley ha de ser la expresión de la voluntad popular y no la del magistrado de turno.

17.1.06

La estanquera de Las Rozas

Hoy me he tenido que quedar a la fuerza en casa. Tengo fiebre, tiritonas y dolor de garganta. Así que, antes que tener que volver a abrasarme la lengua con alguno de estos mejunjes hirviendo que son "mano de santo", he preferido sentarme delante del ordenador para contaros otra de mis cuchufletas.
Soy fumador, lo confieso. Y resulta que alrededor de mi casa los bares han optado por no permitir fumar (sí ya sé que a vosotros os pasa justo lo contrario) y el quiosco y los locutorios de los alrededores han dejado de vender tabaco en cumplimiento de la ley. El único sitio donde puedo comprar tabaco en un radio de unas cinco manzanas es un estanco que hay camino de mi parada de autobús habitual. La semana pasada aproveché que pasaba a una hora en la cual estaría abierto el estanco y entré a comprar. Como es normal, había que hacer cola para comprar tabaco. La estanquera escuchaba indignadísima a una señora que se quejaba del perjucio que la ley le estaba causando y replicó:
-¡Es una vergüenza! Lo que pasa es que han sacado esa ley para tenernos engañados y que no hablemos de otras cosas. Ellos ya saben lo que están tapando. ¡Nos entretienen para que no nos enteremos!
Yo, sabiendo que la estanquera buscaba miradas cómplices entre los que estábamos en ese momento en el estanco, miraba con atención un expositor del "20 Minutos" preguntándome qué haría el Martínez Soler en mi lugar. Cuando llegúe al mostrador, la buena señóra seguía despotricando.
-No quieren que pensemos en otras cosas, quieren distraernos para que no hablemos... -en ese momento me miró- ¡Del Estatut!
Durante medio segundo vinieron dos opciones a mi cabeza. La primera era decir:
-Verá usted, señora, puede que con la polémica del Estatuto catalán lo que se quiera es desviar la atención del hecho de que usted va a multiplicar sus ventas por tres, por lo menos. Que el paro es el más bajo desde los años 70. Que le bajarán a usted el Impuesto de Sociedades. Que si tiene usted a la abuela mala, hay una Ley de Dependencia que hará que esté mejor cuidada. Que su sobrino gay podrá casarse. Y que...
Por otro lado, esta imagen estaba clavada en mi cabeza:
Así que miré a la estanquera a los ojos, torcí la boca en una media sonrisa y lo que dije fue:
-Alomojó. ¿Me da usted un paquete de Fortuna, por favor?

12.1.06

Normalización Lingüística

Hace tiempo trabajé como inspector de facturación para una compañía de telecomunicaciones. Era un trabajo que me encantaba, porque me dedicaba a desfacer los entuertos de mucho comercial sin escrúpulos y luego, llamaba a los clientes, para informarles de cómo se había resuelto la situación. Una vez me tocó llamar a una población rural de Cataluña y la señora (ya muy mayor) que me cogió el teléfono decía:

-Digui?

-Hola, buenas tardes, llamo de la empresa Tal, ¿la señora X,por favor?
-Digui? No escolto res!
-Ehhh... Sí, perdón, ¿la señora X? Llamo de la empresa Tal
-Parli més alt! Que no m'assabento de res!

Yo, cada vez más apurado, pensaba que la señora sólo estaba dispuesta a hablar conmigo en catalán y yo, que por entonces estaba menos acostumbrado a escucharlo, decía con un hilo de voz:

-Perdone, señora X, es que no entiendo el catalán ¿podemos hablar castellano, por favor?
-Digui? Digui?
-¡¡¡Que si podemos hablar en castellano!!!
-¡Aaaah! Habla como quieras, hijo pero ¡¡grítame que soy muy sorda!!

No sé si eso tiene algún tipo de moraleja. En cualquier caso yo siempre sonrío al acordarme. Y la verdad es que estos días me acuerdo muchas veces.

9.1.06

La "actualidad" apesta


Desde que estoy en Las Ideas, cada vez que escribo me entra algo de miedo escénico. Cuando empecé con mi blog, lo hacía por mero disfrute personal. La verdad es que me encanta la política, vivo, pienso y respiro política. Hasta tal punto me gusta que soy un verdadero pesado, así que decidí empezar a escribir un blog, para escribir lo que se me pasara por la cabeza y dejar de torturar a familiares y amigos. Mi primer blog, ya borrado, era una auténtica basura y gracias a gente como Pablo Pombo, Rosa Jiménez Cano y Moeh, decidí darme otra oportunidad y escribir, no sólo con las tripas, sino también con la cabeza.
Jamás se me pasó por la cabeza que en algún momento mis paridas estarían al lado de las reflexiones de diputados, concejales/as, directores de periódico y, en general, gente más lista que yo. La verdad es que eso constituye un auténtico desafío y uno intenta mejorarse en la medida de lo posible. A veces, levanto tanto el listón que escribir es una auténtica tortura.
El caso es que varias de mis entradas intentan expresar lo que se me pasa por la cabeza al enterarme de algunos pedazos de eso a lo que se llama "actualidad", pero hay veces en las que terminas sintiendo náuseas.
La política de la que yo quiero hablar no es esa cosa gritona, hecha de órdagos a la grande y del "todo vale". La política, en democracia, es el debate ciudadano de ideas. El diálogo sereno y no el chismorreo o la calumnia. El que las ideas, las sugerencias, los anhelos cotidianos y las angustias diarias de todos y de todas sean el tema del día y no las paranoias de los megalómanos o los caprichos de los poderosos. La política hecha con las neuronas y no con las hormonas (cada cosa en su momento). Más "hablemos de ello" y menos "por mis cojones". El trabajo de todos para el bien común y no el griterío de los "hooligans".
La verdad es que ya no recuerdo acerca de qué pensaba escribir hoy. Puede que os quisiera contar cuando mi profesor de Derecho Administrativo (sí, otra vez él) se sonreía con deleite al hablar del ruido de sables. O que he visitado el blog de Manolo Saco y me he quedado horrorizado al ver como recibe comentarios hechos de puro odio, ignorancia y letras mayúsculas. O que algunas de las entradas de Edu Madina me hacen palidecer de envidia y, sin embargo, tiene algún comentarista habitual que no parece molestarse en leerle, sólo le reprocha que no sea igual que él. Tal vez os quisiera comentar que lo que más me angustia al fumar un cigarrillo no es el cáncer o las multas, sino recordar que unos niños pijos prendieron fuego a una indigente por motivos que se me escapan. Aún veo las imágenes de uno de ellos sonriendo absolutamente feliz, antes de arrojar la colilla que acabaría con la vida de Rosario, pues así se llamaba ella. Podría hablar acerca de lo que me inquieta pensar en que no veo a nadie que dé la talla para ocupar el cargo de Ariel Sharon. Él mismo tampoco la daba. Que Mahmoud Ahmanideyad, aprovechando la enfermedad de Sharon se haya despachado a gusto, presumiendo de desear la muerte a los demás. Tal vez yo sólo os quisiera insistir de nuevo (ya os dije que soy un pesado) en que merece la pena tener ideales, rebelarse ante las injusticias, pringarse y pedir a los demás que se pringuen. O a lo mejor sólo me apetecía pavonearme, presumir ante vosotros porque me he leído tal o cual libro yo solito (y sin dibujos).
No lo sé. A veces uno quiere hablar de muchas cosas.
Pero al sentarme delante del ordenador, leer el periódico y revisar algunos blogs me he quedado en blanco. La actualidad da asco y, como se decía a sí mismo Phillip Marlowe: No digas nada. Ve a casa, fuma y métete en la cama. Esta noche no eres humano.
Hasta mañana.

7.1.06

Déjà Vu

La salida de madre del general José Mena ha sido un hecho más de los que me hacen sentir un permanente déjà vu desde que se inició esta legislatura. Pero es que hay más, como por ejemplo:
-Se propone una reforma educativa y los curas sacan a la gente a la calle, como cuando yo era pequeño.
-Se aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo y los curas sacan a la gente a la calle, como cuando se legalizó el divorcio. Además, usando los mismos argumentos.
-La derecha ofrece una actitud contradictoria en el referendum sobre la Constitución Europea, como ya hizo años ha, con lo de la OTAN (propusieron abstenerse, creo recordar).
-Pío Moa sigue actuando de agente provocador de la ultraderecha, como cuando estaba en el GRAPO.
-Los estatutos de autonomía siguen despertando los fantasmas de la inquietud acerca de la unidad de España y los agravios comparativos basados en tópicos pueblerinos, como cuando se empezaron a elaborar.
-Medios de ultraderecha llaman al enfrentamiento civil y vilipendian a la transición y a la democracia, como hacía "El Alcázar".
-"Periodistas" a sueldo de vete tú a saber quien inventan "elefantes blancos" para desprestigiar a las instituciones democráticas.
-Hay crisis del petróleo.
Caramba, con la de años que han pasado y muchas veces parece que no hemos aprendido determinadas lecciones. Pero, viendo cosas como estas, ahora entiendo porque hay algunos que se defininen como "conservadores". Si es que siguen igual que hace 30 años.