El otro día reflexionaba acerca de que hubiera gente que pensara que todos los políticos son iguales. El caso es que hay políticos que se empeñan en serlo. Al poco de acabar esa entrada de mi blog, veo a Gallardón en la tele. Gallardón es de los políticos que se han dado cuenta de ello e intenta hacerse un hueco (por no decir que quiere trepar descarádamente) pareciendo igual a los demás. Nuestro amigo Gallardón desea parecer el político medio y no se le da mal, pardiez. Lo que la gente no sabe es cómo es él de verdad. Os doy una pista: Gallardón ha prohibido al personal del Ayuntamiento de Madrid que se dirija a él sin permiso. Es decir, que si yo soy un honrado policía municipal (je, je, je) custodiando la entrada de la Casa de la Villa y digo al alcalde "Buenos días, señor alclade", me cae una bronca de las tochas.
Pero, ¿cómo?, dirán los angustiados votantes, ¿Gallardón no es el tipo simpático que sale haciendo gracias con los de Caiga Quien Caiga? Pues sí, pero es pura fachada. A Gallardón no le gusta hablar con la gente. Si echáis la vista atrás os daréis cuenta de que, en las numerosas ocasiones en las que aparece en la tele, jamás apareció reunido con vecinos. Ni siquiera en campaña electoral.
Las veces en las que los vecinos se han acercado espontáneamente al popular alcalde de Madrid, éste se escabulle y cede en algún concejal el marrón de tratar con la chusma. Sólo se rodea de masas en los mítines de su partido, pero jamás se haría un tour por los distritos de la capital, como hacen, por ejemplo Trinidad Jiménez o Inés Sabanés.
En los tiempos pre-Aznar, Gallardón no tenía reparos en echar bilis a raudales contra Joaquín Leguina, al más puro estilo de Acebes o Javier Arenas Bocanegra. Una vez que se hizo presidente de la Comunidad, descubrió que puede vender el rollo moderado siendo un tiranillo de puertas para adentro.
Más de una persona me ha comentado que Gallardón es un moderado. Ni hablar. Gallardón es un derechilllas de los de siempre, protegido de Fraga en su momento, de los que estuvieron en Alianza Popular desde el principio. Desde que es alcalde ha recortado los poderes de las Juntas de Distrito (subiendo el sueldo a los vocales vecinos para callarles la boca) y ha comprado a las asociaciones de vecinos mediante subvenciones, ha triplicado el número de altos cargos del Ayuntamiento de Madrid, ha hecho concesiones a dedo, ha creado empresas para manipular las cifras de deuda del Ayuntamiento (veasé Calle30) y se ha negado a dialogar con vecinos y el resto de grupos municipales. Por no hablar de sus obras faraónicas, hechas a traición, sin avisar y amparándose en los meses de verano.
¿Por qué no vemos eso en los medios? Muy fácil, porque Gallardón controla ferreamente su imagen pública. El Gallardón que aparece en la prensa es una imagen de marca cuidadosamente diseñada y mantenida merced a la amistad que cultiva con los periodistas. Si tratas bien a los periodistas, los periodistas (que son tan humanos como el que más) te tratarán bien a tí. A Gallardón le conviene parecer igual que los demás polítcos, con la ventaja de estar en el poder; así la gente no se molestará en buscar alternativas. No os dejéis engañar. Nadie que sea como él quiere aparentar duraría tanto tiempo en su partido. Y si no, dirigíos al Ayuntamiento de Madrid para pedir cualquier cosa. Os váis a enterar de lo que es bueno.