Poseído por la cegera y la megalomanía que tenemos los frikis, el sábado por la tarde me pinté unas banderas de España en los mofletes y me dispuse a ver Eurovisón por primera vez en mi vida.
La verdad es que luego se me pasó el entusiasmo, enchufé el ordenador y me dediqué a charlar por mésenguer con mi amiga Yasmín, comentanto la situación en el PP.
La tele seguía puesta y oía de fondo los berridos y gorjeos de los aspirantes, así como los comentarios rijosos de Uribarri y decidí volverme a concentrar en la tele cuando llegó el turno de España.
Éste es el momento, me dije, ahora es cuando todos los frikis y los jashondos de España nos volveremos hacia Europa y, pase lo que pase con las votaciones, les diremos en voz bien alta: ¡OS LA HEMOS COLAO!
Cuando empezó la actuación y ví aquello tan cutrillo, tan de fiesta de los quintos, experimenté cierta vergüenza ajena, pero me reafirme en frikismo y me reí porque, al fin y al cabo, se trataba de una gran broma. El domingo exhibí mi orgullo en los comentarios de los blogs amigos que hablaban de ello y seguía sacando pecho, henchido de orgullo y satisfecho por habernos reído de la chorrada esa de Eurovisión. Pero hoy, he leído a Sonia Blanco y me he quedado pensativo porque, como ella dice; por mucho que se trate de una broma, es una broma hecha con el dinero de todos. Y ahí es donde me he dado cuenta de que con lo del Chiki-Chiki nos hemos pasado de frenada todos. Buenafuente porque aunque se haya forrado con todo esto, no creo que haya querido quemar tanto a David Fernández, TVE por no plantearse una retirada a tiempo del Festival de Eurovisión y los que apoyamos todo esto, por no habernos dado cuenta de que los chistes iban a salir al final del bolsillo del contribuyente.
Así que me desdigo de mi bravatas frikis, me pongo serio y os digo que lo mejor es que abandonemos Eurovisión. ¿No es un festival de horteras y engendros? Pues que les den.