Cuando la gente quiere explicar los problemas de Somalia, suele decir que uno de ellos es que es "un Estado débil". Pero, una vez que en España algunas se han decidido por abrir el "debate de las ideas" y la defensa del liberalismo (del monetarismo, diría yo), me gusta recordar que una de las cosas que defienden los liberales es, precisamente, un Estado débil y una iniciativa privada fuerte. Hagamos un pequeño análisis. Y que, por favor, los liberales de verdad, esos que creen en los valores de la Revolución Francesa y la Revolución Americana, no se ofendan si uso el término como Doña Espe.
La economía somalí es tan liberal, tan liberal, que las tiendas llegan a imprimir su propio dinero, por lo que se desoconoce la tasa de inflación o el tipo medio de interés. Pero sí que sabe una cosa: Somalia es el paraíso africano de la telefonía móvil. Con una población que es nómada en su mayor parte y unas infraestructuras públicas arrasadas tras años de conflictos, las compañías de telefonía móvil han florecido a toda velocidad. Se cree que alrededor de un 52,3% de la población tiene teléfono móvil y disfruta de las tarifas más bajas del continente africano. No hay verdaderos bancos, pero sí muchas compañías que realizan transferencias a bancos fuera del país.
En este ambiente de desenfadado libre mercado, tampoco hay policía ni ejército, por lo que el Estado (más bien el débil gobierno de la Asamblea Federal Transitoria) no puede imponer sus decisiones. Pero no pasa nada; la iniciativa privada, como bien saben nuestros amigos liberales, también suple eso pues cada comercio relativamente próspero y cada hotel digno de ese nombre, tienen sus propias milicias de hombres armados que protegen sus intereses. Los comercios y las industrias que no pueden permitirse pagar un ejército son saqueados tan deprisa y tan a conciencia, que en un par de semanas puede que no queden de ellos ni los ladrillos del edificio.
La marina mercante de Somalia tiene matriculados dos barcos: uno cuyo armador es del país y otro de propiedad extranjera. Para eso no hace falta Armada que los protejan, ¿verdad? Pero la iniciativa privada vuelve a suplir eso. Como cada clan y tribu poseen sus propios grupos de hombres (más bien de niños) armados, aquellos que están próximos a la costa se encargan de patrullar y asaltar a los cargueros o pesqueros que estén cerca de sus aguas. Yo lo llamo piratería, pero un auténtico liberal lo llamaría "control informal de fronteras" o "tasas sobre el comercio y la importación de recaudación privada".
Años de libre mercado, sin las incómodas interferencias estatales, hacen que Somalia tenga una previsión media de crecimiento anual del 2,7%. Espectacular, ¿verdad? ¿para qué un Estado con sus policías, militares e inspectores de Hacienda si todo puede funcionar solo?
Ah, se me olvidaban un par de datos más: la expectativa de vida en Somalia es de 48 años y el índice de analfabetismo es del 62,2%.
¡Oh, Somalia, paraíso liberal! Podriamos inivitar a unos cuantos de nuestros liberales a que pasaran un par de meses allí. A lo mejor aprenden un par de cosas.