Estos días he estado dando vueltas de nuevo a una de mis ideas recurrentes: que eso de la izquierda ya no vale para nada. Que tras el fin de la Guerra Fría las cosas han cambiado, que si el fin de la historia, que si el pensamiento único (vaya ideas que sueltas, Ramonet) que si la abuela fuma y el echa el humo por la orejas...
Hace un par de semanas que tuve una pequeña discusión con el decano de mi facultad, un hombre que se reconoce como un convencido izquierdista. El bueno del decano vino a decir que los jóvenes de ahora nos quejamos de vicio, por eso de que somos jóvenes. Que las cosas no están tan mal y que todos salimos más o menos colocados (en el sentido de encontrar trabajo, malpensados). Yo le repliqué que si se le ha ocurrido preguntar a sus alumnos qué sueldos ganan. Ahí le pillé. También me atreví a preguntarle si sabía cúal era la duración media de los contratos de los alumnos y se cabreó.
Me hace gracia que toda esta gente que se llena tanto de la boca de haber luchado contra la dictadura (debieron meter la tromboflebitis a Franco con vudú) y que ahora son gente establecida y con una vida estable crean que, porque se han solucionado todos sus problemas, se han solucionado los problemas sociales. Ni de coña, ojalá.
Se ve que mi decano, mientras se traslada en su coche oficial (con chófer y todo, oiga) no ve a los repartidores de pizzas, cuando mira los carteles de "Se Vende" que hay colgados cerca de su casa no se plantea lo que cuesta un piso y cuando se pasea por los departamentos de la facultad, no es consciente de la precaria situación de los becarios y becarias.
Cuando la gente se escandaliza de que se quemen coches en Francia, no se plantean que sus hijos, si han tenido suerte, llevan años sin ganar más de 1000 euros, que están condenados a la precariedad en el empleo, que una persona con título universitario apenas suele ganar unos 700 euros si está trabajando de lo suyo. Normalmente solemos trabajar en hostelería, de teleoperadores o de becarios.
Cuando tienes la vida resuelta supongo que resulta más fácil hablar de "flexibilidad" y de "competitividad" para justificar que los demás no ganen tus 2500 euros mensuales (o más).
Cuando tienes la vida resulta, es más fácil llamar "vagos" a los que han tenido menos suerte que tú y decir que los demás se quejan de vicio.
Todavía hoy persisten las injusticias. Todavía hoy hay gente que engorda sus ganancias a base de exprimir a los demás. Todavía hoy hay gente que no gana lo que, en justicia, merece. Todavía hay mucho por hacer. Mientras haya gente que tenga todo por nada y gente que lo ha sacrifica todo y no recibe nada, merece la pena seguir siendo de izquierdas.
Las ideologías, lo digo una vez más no han muerto. Las ideologías no valen sólo para ponerse una chapa e identificarte con un grupo, para eso están las tribus urbanas. La democracia, la libertad y la justicia no son sólo palabras en un libro, ni un tipo de régimen político; son también un ideal. Y cuando olvidas ese ideal, cuando dejas de trabajar para lograrlo, es cuando ganan los que no creen en él.
Hace un par de semanas que tuve una pequeña discusión con el decano de mi facultad, un hombre que se reconoce como un convencido izquierdista. El bueno del decano vino a decir que los jóvenes de ahora nos quejamos de vicio, por eso de que somos jóvenes. Que las cosas no están tan mal y que todos salimos más o menos colocados (en el sentido de encontrar trabajo, malpensados). Yo le repliqué que si se le ha ocurrido preguntar a sus alumnos qué sueldos ganan. Ahí le pillé. También me atreví a preguntarle si sabía cúal era la duración media de los contratos de los alumnos y se cabreó.
Me hace gracia que toda esta gente que se llena tanto de la boca de haber luchado contra la dictadura (debieron meter la tromboflebitis a Franco con vudú) y que ahora son gente establecida y con una vida estable crean que, porque se han solucionado todos sus problemas, se han solucionado los problemas sociales. Ni de coña, ojalá.
Se ve que mi decano, mientras se traslada en su coche oficial (con chófer y todo, oiga) no ve a los repartidores de pizzas, cuando mira los carteles de "Se Vende" que hay colgados cerca de su casa no se plantea lo que cuesta un piso y cuando se pasea por los departamentos de la facultad, no es consciente de la precaria situación de los becarios y becarias.
Cuando la gente se escandaliza de que se quemen coches en Francia, no se plantean que sus hijos, si han tenido suerte, llevan años sin ganar más de 1000 euros, que están condenados a la precariedad en el empleo, que una persona con título universitario apenas suele ganar unos 700 euros si está trabajando de lo suyo. Normalmente solemos trabajar en hostelería, de teleoperadores o de becarios.
Cuando tienes la vida resuelta supongo que resulta más fácil hablar de "flexibilidad" y de "competitividad" para justificar que los demás no ganen tus 2500 euros mensuales (o más).
Cuando tienes la vida resulta, es más fácil llamar "vagos" a los que han tenido menos suerte que tú y decir que los demás se quejan de vicio.
Todavía hoy persisten las injusticias. Todavía hoy hay gente que engorda sus ganancias a base de exprimir a los demás. Todavía hoy hay gente que no gana lo que, en justicia, merece. Todavía hay mucho por hacer. Mientras haya gente que tenga todo por nada y gente que lo ha sacrifica todo y no recibe nada, merece la pena seguir siendo de izquierdas.
Las ideologías, lo digo una vez más no han muerto. Las ideologías no valen sólo para ponerse una chapa e identificarte con un grupo, para eso están las tribus urbanas. La democracia, la libertad y la justicia no son sólo palabras en un libro, ni un tipo de régimen político; son también un ideal. Y cuando olvidas ese ideal, cuando dejas de trabajar para lograrlo, es cuando ganan los que no creen en él.
3 comentarios:
Yo nunca me he declarado de izquierdas y sinceramente no creo que lo sea estudiando mi forma de ser y pensar, pero estoy completamente de acuerdo con carlos, las ideologias no mueren y las palabras pierden el sentido una vez que psan determinadas crisis, de hecho creo que se dotan de mas significado y energia, en un mundo de indivualismo en el que a la gente le cuesta ver que existe un bien comun y una justicia, se necesitan adalides que nos despierten, es probable que siempre se necesiten y aprece patinar bastante el creer que los jovenes ya no tienen de que quejarse, el luchador cambia el frente tambien, la lucha raras veces.
Yo soy de los que les gustaría pensar que las ideologías no han muerto. Pero cuando veo a los de 1º de mi facultad o a los chavales de alcorcón me tengo que rendir ante las evidencias.
Y luego, nos quejamos que que ganamos muy poco y todo eso, pero luego estamos a la cabeza europea de consumo de cocaína. Para eso si hay pasta. Y yo para esos, no quiero cambiar nada.
Françoise Giroud, periodista francesa de ,le preguntó al entonces candidato a la presidencia, Valéry Giscard d'Estaing, cuánto costaba un billete de metro. Evidentemente, no lo sabía...ni lo sabe ni lo sabrá. Tal vez si le hubiera preguntado por el precio de los diamantes...
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