9.10.05

Ni trepas, ni engañao



Una de las cosas que más me fastidia es la reacción de la gente cuando le comento que milito en un partido político. Casi todo el mundo suele poner cara de suficiencia, como si ya se las supieran todas del mundo de la política y se empeñan hacer apostolado de la no-militancia. No sé que me jode más, que crean que soy un trepas o un engañao. En parte puedo entenderles, porque yo también he estado fuera de estos mundos y sentía cierta desconfianza de esos tipos que acuden sonrientes a pedirte un voto. Pero lo que no entiendo es que todavía me suelten la parida franquista de que las ideologías son camelos y que son todos iguales (eso me lo sueltan los que me toman por engañao). Desde el momento en que empecé a saber algo de historia -allá por la EGB-, descubrí que el mundo se ha dividido siempre entre aquellos que quieren que las cosas cambien y los que no, entre los que tenían demasiado y los que no tenían nada. Descubrí que las cosas han ido cambiando porque hubo gente que pringó en su momento y que hizo todo lo que estuvo en su mano para mejorar las cosas. Qué más da que su nombre no salga en los libros de historia, si ayudaron a crearla. Por ejemplo, mis abuelos.

Por otro lado, los que creen que soy un joven trepa me intentan desanimar recordándome mi condición humilde, lo común de mis apellidos, mi ausencia de padrinos y mis reticencias a apuñalar por la espalda. Luego me quieren hacer prometerles que les enchufaré a algo si llego a ser alguien importante (dos cosas que ni me planteo).

Y, después, hay una tercera clase, la más peligrosa: Aquellos que te cortejan con cierto asco, esperando que puedas presentarles a "alguien" más importante que tú para poder entrar en política por la puerta grande. Nada de pegar carteles, comerse largas asambleas o sacrificar horas. Esta gente se reconoce a sí misma grandes méritos y quiere pasar directamente de no afiliado a político profesional. Para qué deciros que la mayor parte de esta gente se queda fuera. La notoriedad es escasa y el acceso al poder aún más. Cuando se dan cuenta, se vuelven locos de resentimiento porque el mundo no les ve con las mismas gafas de aumento que ellos mismos.

Aún así, los vanidosos son tenaces. Siguen pretendiendo crearse espacios propios y exclusivos, constituirse en poder alternativo y ser dictadores abosolutos desde su pequeña Latveria construida sobre los frágiles cimientos del egocentrismo. Muchos de éstos seguirán aferrándose a la crítica facilona a los políticos de verdad y hurgarán en teorías ajenas para citar a sabios que parecen darles la razón. Propondrán lo siguente: Todo está podrido, absolutamente todo y la solución soy yo. Así que hacedme caso a mí o iremos al caos.

En las escasas ocasiones en las que esta gente consigue abrir brecha en el poder y colarse dentro, resultan ser los servidores más abyectos del statu quo y no abrazan más teorías o lealtades que las que les mantengan en el sillón. También les ocurre que demuestran no tener más intereses que los suyos propios y les dan la patada, vetándoles de la política para siempre. Un par de profesores en mi Facultad, por citaros un ejemplo. Profesores de esos que hablan de la superación de las viejas ideas, de la corrupción del sistema actual, de la inutilidad de los que ejercen el poder y del inifinito acierto de sus absurdas tesis personales.

La militancia, chicos y chicas, no es eso. La militancia política es dar demasiado por nada, cargarse de fe ciega en cada una de las campañas electorales, aceptar que la mayoría pueda pensar de un modo diferente al tuyo, defender tus ideas y las de muchos otros y... aguantar que la gente te venga con tonterías. Pero, a cambio, ves pequeñas huellas tuyas cuando mejoran un comedor escolar, cuando hay una nueva línea de autobús, cuando una anciana viuda recibe la asistencia a domicilio que se le negaba, cuando protegen a un parque o a un bosque. Y, por qué no, cuando el Gobierno al que tú apoyas hace historia. Entonces, sabes que podrás decir, pasado el tiempo: "yo estuve allí". Yo no reprocho a los demás que no pongan su granito de arena. Todos lo ponemos, aunque no seamos conscientes. Pero que no me tomen por imbécil ,joder.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oye, si alguien te dice algo de tus apellidos, puedes hacer como yo. Desde que me cambié los míos por Hohenzollern von Bismarck todo el mundo me respeta mucho más.

Si es que hay cada personaje por ahí... tú, ni caso.