Tengo que leerme unos 600 folios de fotocopias para el lunes. También tengo que resumir y poner mis conclusiones por escrito de todos ellos. ¡Feliz inicio de curso!
Pero lo peor de todo ello es que, además, también tengo que estudiar y comentar el proyecto de reforma del Estatuto de Cataluña. ¡Me persigue! Uno de mis profesores, que debe ser uno de esoso defensores de la patria como los de antes, me obliga a leerlo y comentarlo para que él pueda ponerlo a caer de un burro el lunes, de 18:30 a 20:00. Estoy tan cabreado y tan harto, que me voy a currar una defensa jurídica del proyecto, sólo para fastidiar al profesor. Luego me extraño de no licenciarme nunca. ¿Cómo demonios es posible que estemos todos dando tantas vueltas (queramos o no) a este tema? Ese proyecto ha sido aprobado legalmente y ahora le toca seguir el proceso normal para su reforma y aprobación. No ha pasado nada más, no se ha hecho daño a nadie y todos los trámites se están realizando de acuerdo a las normas. Los catalanes parecen estar razonablemente contentos y los partidos que lo han elaborado tambíén están dispuestos a admitir determinadas reformas. ¡Es democracia, oiga! Toca entenderse y calmarse, entonces... ¿Por qué cojones hay tanta gente empeñada en tenernos cabreados todo el día? No he hecho más que acabar las vacaciones y ya estoy deseando largarme lejos.
1 comentario:
Como tú, creo en los procesos y procedimientos. Pueden haber recogido cualquier locura en la propuesta de Estatuto(confieso: no lo he leído); en un futurible, todos nuestros diputados se vuelven locos y lo aprueban tal cual; solo queda unos pocos cuerdos (es para entendernos), y ellos lo denuncian ante el TC; y resulta que tampoco el TC ve que eso sea una locura (o sí,que para eso está).
Vivimos en una democracia, con un estado de derecho y una separación de poderes en los que hay confiar.¡Qué lástima que no sea un sentimiento generalizado!
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